HISTORIAS DE OTROS ENFERMOS
UN MOSQUITO Y UN AMIGO. LA SQM.
UN MOSQUITO Y UN AMIGO. LA SQM.
Por Encarni Alcaraz
Hace unos meses un amigo, porque lo considero un amigo, me pregunto si estaría dispuesta a compartir mi historia. Mi andadura por un camino lleno de obstáculo, pues tener SQM no te mata pero te limita. Bien pues mi historia comienza hace ya tres años, aunque realmente considero que comenzó mucho antes.
Hace tres años tuve una picadura de un mosquito, si he dicho un mosquito, ese bichito insignificante que hizo tambalear mi vida haciendo que desde entonces todo cambiara. Esa picadura se infectó y tuve que tomar un antibiótico, el cual me produjo una enfermedad de la que nunca había oído hablar: la Enfermedad del Suero. La enfermedad del suero es una alergia.
Después de seis meses con esta enfermedad y cuando creía que ya casi la tenia superada, comienza mi cuesta arriba. Tengo fiebre todos los día, me duele la cabeza un día sí y otro también, cuando voy al trabajo caminando me sangra la nariz y llego congestionada, tengo un dolor horrible en la pierna izquierda y me dice el médico que he perdido la masa muscular, he perdido fuerza (no soy capaz de coger un cazo o exprimir un limón), pierdo peso pues casi siempre tengo cólico, tengo un cansancio que soy incapaz de explicar.
A veces toso mucho, una tos muy particular, como si forzase porque me falta el aire, llegando incluso a darme arcadas. Y todo esto, ¿Por qué? No lo sabía, yo intentaba llevar mi vida normal, pero cada día tenía una cosa, pasaba de estar bien a, en decimas de segundo, encontrarme francamente mal.
Así en una revisión con alergia (por la otra enfermedad) le comente lo que me estaba pasando e inmediatamente me remitió a medicina interna. Y volví a la consulta del médico que me había diagnosticado la enfermedad del suero. ¡Mi gran medico! doy gracias a la vida por haberlo puesto en mi camino. Gracias a su empeño por saber que me estaba ocurriendo, descubrimos que es lo que me estaba pasando.
Después de ingresarme para hacerme pruebas, seguía sin saber que era, pero al cabo de unos meses en mi siguiente visita, me dijo que había estado investigando y que ya creía saber que me pasaba:”Creo que tienes Síndrome de Hipersensibilidad Química Múltiple”. Para mí fue un alivio, porque por fin ponía nombre a lo que me estaba pasando. Tras meses de llevar un registro de mi actividad, de mirar que había hecho, que había tocado y que había olido antes de encontrarme mal, descubro que son muchísimas cosas las que me están afectando, así comienza un cambio, no solamente en mí, también en mi familia y amigos.
Ya nada es lo mismo, tengo que cambiar mi estilo de vida, adiós a los productos de limpieza, adiós a la cosmética convencional, adiós a muchísimas cosas que en general no tienen importancia si no fuese que con ello implica que ya no puedes ir a sitios que antes iba, que ya no puede venir gente a casa sin que lleven un control estricto para no dañarme, ya no puedes relacionarte ni moverte libremente.
Ese es el verdadero cambio, porque no importa lo que puedo ponerme o no, con lo que puedo lavar o no, pero el llegar a no poder estar con las personas que quieres es muy duro.
Por eso el cambio no es solo del que está enfermo, sino también de mis amigos y de la familia que han cambiado para poder seguir estando conmigo. Ha habido quien lo ha comprendido y me han ayudado a que mi vida sea más llevadera y también han habido personas que se han quedado por el camino, que ya no están a mi lado, no lo reprocho pero tampoco lo entiendo.
Y tras un año y medio de lucha constante, de ir cada día a peor, de no saber qué hacer para recuperar un poco de mi salud y un poco de vida. Sentir que estás en una espiral que te arrastra, que no te deja sacar la cabeza para coger un poquito de impulso. Entonces algo cambia!!!
¿Qué he cambiado para sentirme un poquito mejor? Lo que he cambiado ha sido un poco mi alimentación. Toda la verdura y fruta intento comerla ecológica porque ya había detectado que algunos alimentos me hacen daño. El cambio es mínimo pero el suficiente para animarme a investigar un poquito por internet y así fue como conocí a Eduardo. Otra persona importante en mi vida, tras contactar por correo electrónico y hacerme una batería de preguntas, me dijo que debía hacer para empezar a encontrarme mejor.
¡Bueno por probar no pierdo nada!, pensé. Y ahora doy gracias por haberlo encontrado, pues a las pocas semanas de realizar los cambios que Eduardo me había aconsejado empecé a notar una gran mejoría y sigo notándola.
Ya no estoy tan cansada ni tengo ese sueño que no me dejaba en todo el día, ya no me salen manchas en la piel. Muchos de esos pequeños síntomas, que en su conjunto eran tan molestos han desaparecido. Y lo mejor de todo es que me pongo menos mala, parece que me molestan menos las cosas y si en algún momento tengo una pequeña recaída me recupero con más rapidez.
Antes podía estar cuatro o cinco días sin poder moverme, mareada, con dolor de cabeza y con fiebre, sin embargo ahora en cuestión de horas puedo estoy recuperada. Mi vida no es como era antes de la enfermedad, sigo llevando la mascarilla (aunque cada vez me la pongo menos) pero ha habido un punto de inflexión al conocer a Eduardo. Por eso le doy mil gracias, por su ayuda, por su paciencia y su apoyo.
7 de setiembre de 2015; Encarni Alcaraz